viernes, 12 de febrero de 2010

Como meditar? he ahi el dilema...veamos un poco de como entrar en el silencio

Este es un párrafo del libro Caminar sobre las aguas, de Anthony de Mello.
Espero te aclare un poco el misterio de entrar en el silencio....ya veremos otros capítulos muy interesantes.

Salir de la mente y percibir con el corazón
Este es un libro sobre el medio, el camino para llegar a Dios en los días de hoy.
Hablaré sobre cosas como meditación, oración, y otras íntimamente ligadas a la
oración, como amor, alegría, paz, vida, libertad y silencio. Quiero comenzar con el
silencio, y les voy a contar por qué: cualquier camino hacia Dios tiene que ser un
camino hacia el silencio. Si usted quiere llegar algún día a la unión con Dios, debe
comenzar por el silencio. ¿Qué es el silencio?
En Oriente, un gran rey fue a visitar a su maestro y le dijo: "Soy un hombre muy
ocupado, ¿podría decirme cómo puedo llegar a unirme con Dios? ¡Respóndame en
una sola frase!"
Y el maestro le dijo: "¡Le daré la respuesta en una sola palabra!"
"¿Qué palabra es esa?", preguntó el rey. Dijo el maestro: ¡Silencio!"
"¿Y cuándo podré alcanzar el silencio?", dijo el rey. "Meditación", dijo el maestro.
La meditación en Oriente significa no pensar, estar más allá del pensamiento.
Entonces dijo el rey: "¿ Qué es la meditación?" El maestro respondió: ¡Silencio!"
"¿Cómo lo vaya descubrir?", preguntó el rey.
"Silencio", respondió el maestro.
"¿Cómo vaya descubrir el silencio?"
"¡Meditación!"
"¿Y qué es la meditación?"
"¡Silencio!"
Silencio significa ir más allá de las palabras y de los pensamientos. ¿Qué hay de
erróneo en las palabras y en los pensamientos? Que son limitados.
Dios no es como decimos que es; nada de lo que imaginamos o pensamos. Eso es lo
que tienen de erróneo las palabras y los pensamientos.
La mayoría de las personas permanecen presas en las imágenes que han hecho de
Dios. Éste es el mayor obstáculo para llegar a Él. ¿Le gustaría experimentar el
silencio del que hablo?
El primer paso es comprender. ¿Comprender qué? Entender que Dios no tiene nada
que ver con la idea que tenía de Él.
En la India hay muchas rosas. Supongan que no he sentido nunca en mi vida el olor
de una rosa. Pregunto cómo es el perfume de una rosa. ¿Podrían describírmelo?
Si usted no puede describir una cosa simple como el perfume de una rosa, ¿cómo
podría alguien describir una experiencia de Dios? Todas las palabras son
inadecuadas. Dios está absolutamente más allá.
Eso es lo erróneo de las palabras.
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Anthony de Mello – Caminar Sobre las Aguas
Hay un gran místico que escribió La nube del desconocimiento, un gran libro
cristiano. Y en él dice: "¿Usted quiere conocer a Dios? Sólo hay un medio
de conocerlo: ¡por el no-conocimiento! Usted tiene que salir de su mente y de su
pensamiento; entonces podrá percibirlo con el corazón.
Tomás de Aquino dijo sobre Dios -sólo esto puede ser dicho con certeza-: "No
sabemos lo que Él es." Y también está lo que dice la Iglesia: "Cualquier imagen
que hagamos de Dios es más diferente que parecida a Él. Si eso es verdad, ¿qué
son entonces las Escrituras? Bien, ellas no nos dan un retrato de Dios, ni una
descripción; nos dan una pista. Porque las palabras no pueden proporcionamos un
retrato de Dios.
Supongamos que yo estoy en mi país, yendo rumbo a Bombay, y llego a una placa
donde está escrito: Bombay. Digo: "¡Miren, aquí está Bombay!" Miro la placa, me
vuelvo y tomo el camino de retorno. Y cuando llego, las personas me preguntan:
"¿Fuiste a Bombay?"
"Sí, fui."
"¿Y cómo es aquello?"
"Miren, es como una placa pintada de amarillo con palabras escritas, una parece
que con B, otra... etc." ¡Ahí está la cosa! Aquella placa no es Bombay.
De hecho, no se parece a Bombay, no es un retrato de Bombay. Es una señal. Eso
es lo que son las Escrituras, una señal. "Cuando el sabio apunta hacia la Luna, todo
lo que el loco ve es el dedo." Imaginen que yo esté apuntando hacia la Luna y diga:
"Luna."
Usted llega y dice: "¿Eso es la luna". Y mira hacia el dedo. Éste es el peligro y la
tragedia de las palabras.
Las palabras son lindas. "Padre", qué palabra tan bonita para aludir a Dios.
La Iglesia dice que es un misterio, Dios es un misterio. y si usted toma la palabra
Padre literalmente, se pone en apuros, porque las personas van a preguntarle:
¿Qué clase de padre es ése que permite tanto sufrimiento? ¡Dios es un misterio!
¡Desconocido, ininteligible, más allá de la mente!
Imaginen un hombre que haya nacido ciego. Él pregunta qué es el color verde, del
que todo el mundo habla. ¿Cómo se lo describirían? ¡Imposible!
Escuchen sus preguntas: «¿Es frío o caliente? ¿Grande o pequeño? ¿Áspero o
suave?" No es nada de eso. El pobre hombre pregunta a partir de sus limitadas
experiencias.
Pero, vamos a suponer que yo fuese un músico y dijese: "Voy a decirle cómo es el
verde. Es como música." Y un día, el hombre recupera la visión y yo le pregunto:
"¿Vio el verde?"
Él dice: No.
¿Sabe por qué? Él andaba buscando la música.
Estaba tan preso en la idea de la música que, aun mirando el verde, no podía
reconocerlo.
Hay otra historia en Oriente, sobre un pececito del océano. Alguien le dijo al pez:
"¡Oh, qué cosa tan inmensa es el océano! ¡Es grande, maravilloso!"
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Anthony de Mello – Caminar Sobre las Aguas
Y el pez, nadando en todas direcciones, pregunta: "¿Dónde está el océano?"
"Tú estas dentro de él."
¡Pero el pez ve tan sólo agua!
No consigue reconocer el océano. Está preso de la palabra. ¿Será esto lo que
sucede con nosotros? ¿Será que Dios nos está mirando a la cara y que, por estar
presos de ciertas ideas, no lo reconocemos? ¡Sería trágico!
El silencio es el primer paso para negar a Dios y entender que las ideas sobre Dios
son todas inadecuadas.
La mayoría de las personas no está lista para entender esto, lo que es un gran
obstáculo para la oración.
y para alcanzar el silencio, es necesario tomar conciencia de los cinco sentidos,
usándolos. A muchos, esto les puede parecer absurdo y casi increíble, pero todo lo
que tienen que hacer es mirar, oír, sentir, ver.
En Oriente decimos: Dios creó el mundo. Dios danza en el mundo. ¿Puede
pensar en una danza sin ver al danzarín? ¿Son una sola cosa? No. Dos, y Dios está
en la Creación como la voz de un cantor en una canción.
Vamos a suponer que yo cante una canción. Usted tendrá mi voz y la canción.
Ellas están íntimamente ligadas, mas no son la misma cosa. Pero piense: ¿no es
extraño que escuchemos la canción y no la voz? ¿Vemos una danza y no al
danzarín? ¿Quiere decir que nos basta con mirar y tendremos la gracia de ver y
reconocer a Dios? No. Usted puede recibir la gracia de ver y reconocer. Lo que
requiere una manera especial de mirar.
El zorro dijo al Principito algo maravilloso:
"Sólo con el corazón se ve correctamente. Lo esencial es invisible a los ojos."
Entonces, es necesario oír con el corazón, ver con el corazón.
En un cuento japonés, el discípulo dice al maestro: "Usted está
escondiéndome el secreto final de la contemplación."
El maestro dice: "¡No, no lo estoy haciendo!" El discípulo responde: "¡Sí, lo hace!"
Un día estaban caminando por los declives de una montaña y oyeron cantar un
pájaro. El maestro dijo al discípulo: "¿Has oído aquel pájaro cantar?"
El discípulo contestó: "Sí."
El maestro dijo: "Ahora sabes que no te he escondido nada."
y el discípulo respondió "Sí."
¿Sabe lo que sucedió? Él oyó con el corazón, escuchó con el corazón. Eso es una
gracia que puede sernos dada.
Imagine que yo esté mirando la puesta de sol y un campesino se me acerque y diga:
"¿Qué mira usted? ¡Parece estar en éxtasis!" Y le responda: "¡Estoy extasiado por
la Belleza!"
El pobre hombre comienza a venir todos los días por la tarde en busca de la
Belleza, y se pregunta dónde está. Ve el sol, las nubes, los árboles. Pero, ¿dónde
está la Belleza? No comprende que la Belleza no es una cosa. Belleza es una
manera de ver las cosas. ¡Mire la Creación! Espero que un día le sea dado el don
de ver con el corazón.
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Anthony de Mello – Caminar Sobre las Aguas
Y cuando esté viendo la Creación, no pretenda nada sensacional.
¡Tan sólo mire! Observe sin ideas. Mire la creación. Mucho espero que esta gracia
le sea dada, porque estará en la quietud en cuanto mire, y el silencio se ocupará de
usted. Entonces podrá ver.
Es lo que nos transmite tan maravillosamente el Evangelio de san Juan. Leemos en
el primer capítulo:
"Todas las cosas fueron creadas por Él y en Él." Después de aquella frase
encantadora que dice:
"Él estaba en el mundo y el mundo fue creado por Él, pero el mundo no lo
reconoció." Si mirase, tal vez podría reconocerlo. Mire la danza, tengo esperanza
de que vea al bailarín.
Hay otro instrumento que me gustaría recomendar: la Sagrada Escritura. La
Escritura es la parte excelente, el dedo que señala la Luz.
Usamos sus palabras para ir más allá de ellas y alcanzar el silencio. ¿Cómo hacer?
Tome un pasaje de la Escritura: "En el último y mayor día de fiesta, Jesús se puso
de pie y dijo en voz alta:
Quien tenga sed, venga a mí y beba." Supongamos que al leer, usted sea tocado por
esta frase. ¿Qué hará? Recite esta frase en su corazón y deje de leer. ¡Quien tenga
sed, venga a mí y beba! Repita, repita, hasta que su corazón quede satisfecho.
No es necesario pensar en el significado de las palabras, porque su corazón sabe el
sentido.
Y cuando llegue a ese punto de satisfacción, reaccionará ante esas palabras.
¿Cómo? Algunos podrán preguntar: "¿Cualquiera? ¿Quieres decir exactamente eso,
Dios mío, cualquiera? ¿Ladrón, pecador? ¡Bien!, heme aquí, dame de beber!"
Otros podrán reaccionar diciendo: "No creo en esto.
¿De qué bebida me hablas? ¡Tantas veces he venido a ti en el pasado y nunca me
diste nada!" Aquí hay alguien frustrado, con rabia, y es perfectamente razonable
que hable así con Dios.
Es una gran oración, porque está exponiendo honestamente lo que tiene en el
corazón.
No obstante, otra persona podrá decir: "¡Sé exactamente lo que me estás diciendo,
Señor, porque Tú me diste de beber! Heme aquí otra vez, sediento."
Ésa es una manera de responder a la interpretación bíblica.
Pero puede llegar un momento en que esté cansado de reaccionar con palabras.
Cuando haya sentimientos que traspasan su corazón, tan profundos y ricos que
ninguna palabra sea capaz de expresarlos, lo único que podrá hacer será ¡quedarse
sin acción, en silencio; respondiendo aquellas palabras y a Dios más allá de
cualquier palabra que pudiese usar; permaneciendo en aquel silencio mientras no
se distraiga. Cuando lo haga, tome el libro y continúe la lectura, hasta ser tocado
por otra frase.
Es una manera de usar las palabras de la Escritura para ir más allá de ellas, hasta el
silencio. Leer, recitar y responder. Al poco tiempo, la reacción será el silencio. Y
en el silencio encontrará a Dios.